viernes, 30 de diciembre de 2011

SIGLOS XIX Y XX (II)

Foto: Archivo Serrano - Ayuntamiento de SevillaCabe destacar el fallecimiento de dos significativos capataces en los años de la posguerra, como fueron, José Romero y Eduardo Bejarano. La cuadrilla de este último la adquiere su hombre de confianza Alfonso Borrero Pavón y su hermano Jeromo, heredando su disciplina y su buen hacer, va aumentando su número de cofradías como el Amor, Pasión, Los Estudiantes...

Aunque ya se hablaba de referencias en 1942, la época dorada del martillo y la trabajadera en Sevilla corresponde a las décadas entre los años 50 y 70, destacando entre los capataces el denominado "grupo de los seis", que acaparaban casi todas las cofradías. Sus integrantes eran: Vicente Pérez Caro, Salvador Dorado Vázquez, Manuel Bejarano Rubio, Rafael Ariza Aguirre, Alfonso Borrero Pavón y Rafael Franco Rojas (Virgen Macarena, Rosario de Montesión).

A estos hombres, había que sumarse sus cuadrillas de auxiliares que, por sus nombres, los reconocerán como maestros de nuestros días. Caso de lo que les comentamos es el de Antonio Villanueva al mando de los pasos de Cristo, como auxiliar de Vicente Pérez Caro (La Paz, Redención y Buen Fin) o Manolo Santiago con Salvador Dorado (San Gonzalo, La Carretería, San Bernardo, Gitanos).

Cuando se retira Alfonso Borrero, le vino a sustituir otro nombre importante en nuestros días: Antonio Rechi Márquez, auxiliado por sus hermanos (San Benito, Quinta Angustia, Amargura). En 1966 muere Rafael Ariza Aguirre (Macarena,, la O y San Julián), siendo sustituido por su hijo José (se retira en 1972), que a su vez auxiliaron sus hijos Rafael y José.

En 1970 se retira Manolo Bejarano (Gran Poder, Santa Marta), siendo sustituido por Manolo López Díaz "El Moreno" junto a Domingo Rojas (Misterios de San Gonzalo, La Lanzada, Carretería y palios de Dulce Nombre y Angustias de Los Gitanos). Otro nombre que emergía con fuerza dentro del martillo era el de Máximo Castaño, que comenzara de la mano de Paquito Quesada y Manolo Adame.
Maestros / Foto: Miguel Ángel Osuna
La industrialización y mecanización de numerosas tareas, redujo considerablemente el número de personas que se dedicaban a estos menesteres, repercutiendo directamente en las cuadrillas de costaleros en los años 60.

Prueba de ello fue el Regreso de la Sagrada Mortaja desde la Catedral, que sufrió el capataz Alfonso Borrero en 1964 y posteriormente Manuel Adame, por falta de costaleros. En 1965 el misterio del Prendimiento, cuyo martillo ostentaba Rafael Franco, no puede acudir al Santo Entierro Magno por falta de costaleros.

Otro caso ocurre en 1972 cuando la Soledad de San Buenaventura estuvo a punto de no salir al no presentarse el capataz contratado y su cuadrilla, que se solucionó al prestar la Hermandad de Montserrat los hombres de su misterio al mando de Rechi, quedando el paso del Cristo de la Conversión en el Templo.

A pesar de estos problemas comentados, el mundo del costal y el martillo tenía en esta época cuadrillas regulares mandadas por Vicente Pérez Caro, Salvador Dorado, Rafael Franco, Moreno y Rojas, Ariza, Rechi, Adame o Castaño.

Además los mismos contaban con auxiliares de la talla de Antonio Villanueva, Manolo Santiago, Manolo Franco, El Quiqui, Pepe Luque, Manuel Villanueva, Pepe Ariza, Luis y Manuel Rechi, Jesús Basterra y Salvador Perales entre otros, todos ellos maestros en nuestros días.

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